La tragedia de morir de mengua
En Venezuela, los enfermos de cáncer no solo tienen que
batallar, como todos los venezolanos, con la subsistencia alimentaria y la
precariedad en la que todos nos vemos inmersos, provocada por un régimen destructor
de la garantías constitucionales, y que al día de hoy acaba con la salud del
país para minimizar la resistencia mayoritaria a su permanencia en el poder.
Patológicamente, el 4 de febrero se conmemora el “Día mundial del Cáncer”.
Juan Saavedrea, director de la Clínica de Prevención de
Cáncer, donde dice que las muertes por esta enfermedad en Venezuela son más
elevadas que en el resto de los países latinoamericanos, con un saldo
alarmante: 6 de cada 10 pacientes con cáncer mueren, la
media en la región alcanza solo el 3,5 de los enfermos.
Para el 2015, se estimaba que al menos 24.812 pacientes
perderían la vida a causa del cáncer según un estudio realizado por la Sociedad Anticancerosa de Venezuela (SAV),
Laboratorios Nolver y el Centro de Estadística y Matemática Aplicada de la
Universidad Simón Bolívar (Cesma).
A la fecha, no hay cifras oficiales que permitan
establecer de forma fidedigna una información confiable, como tampoco un
pronunciamiento que ofrezca una oportunidad a los pacientes a alargar su vida.
¡Sálvese quien pueda!
Una salida desesperada
Testimonio
“Yo,
Fabio Fuenmayor, médico de Cuidados Paliativos del moribundo Instituto de
Oncología y de Hematología, les pido a mis pacientes que ni siquiera pregunten
por mi consulta y he decidido tomarme las 9 semanas de vacaciones vencidas del
año pasado y las 11 de este año debido a que no tengo nada que recetarles para
el dolor oncológico que constituye más del 90% de los motivos de mi consulta.
Hoy he sido informado que BADAN, prácticamente la única institución que expende analgésicos de manera masiva para los tratamientos que yo prescribo, está en la lona. Me imagino que empezarán a ocupar los anaqueles de sus centros de atención al público con estatuillas de José Gregorio y otras imágenes fabricadas diestramente en china, las cuales costarán una fortuna a más de un millar de bolívares por dólar, a menos que a un bolichico le entreguen divisas a 10 y las revenda a 200 para importar: imágenes santorales de primera necesidad. A esos desgraciados enchufados, les sugiero que importen Biblias y ediciones de El Corán, porque no solo a los católicos y a los santeros les da cáncer.
No gozo del cinismo de Héctor Rodríguez, ni de la desvergüenza de Pedro Carreño y mucho menos del espíritu demoníaco de Diosdado Cabello, para decirle a mis pacientes, mirándolos a los ojos, que no solamente se van a morir de cáncer, sino que además lo harán en medio del sufrimiento de terribles dolores, que si bien en condiciones normales son difíciles de tratar, hoy en día por culpa del delincuente de la república, Nicolás Maduro, ni siquiera van a poder ser tratados.
Es muy difícil compartir día a día el deterioro, el sufrimiento y las complicaciones clínicas de un enfermo crónico; pero eso lo escogí yo, para eso llevo más de 30 años formándome y lo sigo haciendo. Lo que resulta inaceptable es presenciar ese mismo deterioro con las manos amarradas por un gobierno que les quitó a los enfermos desde la aspirina y los pañales hasta la morfina y las bombas de infusión. Cuando el delincuente trastabilliario de Chávez, llegó al poder, una ampolla de morfina costaba BsF: 0,0005, hoy: no existe, y si le decían a uno que algún día no tendría papel de baño se respondía “¡No vale! Yo no creo”.
Esta situación, no es
una crisis de reciente aparición, no fue que el barco que traía los analgésicos
naufragó por la emboscada de un huracán llamado Guerra Económica, no nos
caigamos a cuentos. Esto se viene labrando de manera sistemática y programada
desde que nos dejamos asaltar por el Socialismo del Siglo XXI y los cantos de
sirena del intergaláctico. Yo estudié para manejar 8 tipos de analgésicos
opioides en más de 30 presentaciones, más de 20 analgésicos no opioides en más
de 60 presentaciones, 6 antiinflamatorios esteroideos en más de 15
presentaciones, más de 12 coadyuvantes de los analgésicos en múltiples
presentaciones, todos ellos solamente para tratar uno solo de los síntomas de
cuidados paliativos.
EL DOLOR. Poco a poco, toda esa farmacopea fue
desapareciendo del alcance de mis pacientes. Mis colegas y yo fuimos reduciendo
la oferta de alternativas, empezamos a exigirles a los familiares cada vez más
esfuerzo para conseguir el tratamiento adecuado, debimos hacernos los locos con
el costo económico de nuestras prescripciones; y hasta nos hicimos creativos
cambiando las presentaciones que se disponían con la ayuda de los farmacéuticos
(en especial soy muy conocido por los amigos de Fórmulas Magistrales de la Facultad
de Farmacia de la UCV), hasta violentamos las normas haciendo uso de
medicamentos ya vencidos.
Pero todo se acabó. Ya no hay nada que enviar a Fórmulas Magistrales, ya no quedan blíster vencidos en las gavetas y ya es un crimen y una desvergüenza poner a los familiares a literalmente, recorrer el país en busca de las sobras que se hayan colocado a buen resguardo para no ser consumidas por el dolor de una enfermedad a la cual tampoco se le da cura.
La única esperanza que queda es que en medio de esta mortandad, en donde la mala muerte de cada venezolano está la muerte de un pedazo del país, llegue el ímpetu y la conciencia de la realidad de que es necesario no solamente salir de estas lacras que son Nicolás y sus compinches, sino de entender que quienes siguieron a la maldición que representó Chávez fueron los culpables y que ellos mismos están llamados a hacer renacer de sus cenizas esta nación mientras de manera individual cada uno muere con un pedazo de país.”
Dr. Fabio Fuenmayor Valladares
Médico Especialista Venezolano
1 comentario:
Algun dia uno de esos pacientes que no tienen nada que perder hara lo que hay que hacer para matar al cancer que mata a Venezuela
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