El desconcierto está en la calle |
Luego del fraude constitucional del 7-O, el desconcierto y la inacción ciudadana son notorios. El trastorno ha sido aprovechado por el régimen para elevar el cerco de control totalitario que ha venido levantando y que a todos nos afectará tarde o temprano. Estamos sitiados y en transición abierta hacia la “dictadura perfecta”.
La mengua de la calidad de vida del venezolano se ha acentuado y quien crea que la situación político-devastadora del país no lo va a tocar, se equivoca. Los inadvertidos cortes eléctricos en todo el país, incluyendo a Caracas, son un ejemplo diario. La sumisión ante los planes dictatoriales en una Venezuela descabezada es evidente.
Las reacciones nacionales e internacionales no se hacen esperar. Algunos corren a retratarse con los usurpadores para la ocasión y hasta se atreven a insultar a los venezolanos, para complacer a los irregulares que han tomado el poder y con ello respaldar “al proceso”.
En descargo de algunos honorables, la Embajada de Canadá en Caracas cierra el servicio de inmigración, y muda a México cualquier tramite referente a Venezuela. Esta es una de las pocas reacciones diplomáticas coherentes, luego de la ejemplar reacción del embajador Cochez.
Un informe de “Reportero sin Fronteras”, señala a Venezuela como el país más peligroso de Latinoamérica. Pero el mundo no peca de ignorancia sobre lo que ocurre, ante la inacción y mansedumbre de sus ciudadanos.
Vimos a Elías Jaua calificar de “apresuradas” las apreciaciones del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, quien criticó el sistema carcelario de Venezuela, motivado a los hechos que envuelven la altísima e incesante mortandad penitenciaria.
Estamos a la deriva, pero si nunca tuvimos un verdadero conductor nacional, es hora de recobrar el equilibrio y esto solo lo podemos resolver los venezolanos, es nuestro problema y nos corresponde remediarlo. Para algunos es más fácil jugar al loco, no hacer nada y plegarse a la seducción de “la paz planetaria” y jugar a la confusión nacional.
El tiempo pasa y nos toca seguir adelante, a despecho de quienes nos dividen. Mientras el país sucumbe en su violencia; gloria al bravo pueblo… yo vivo una patria nueva.
La mengua de la calidad de vida del venezolano se ha acentuado y quien crea que la situación político-devastadora del país no lo va a tocar, se equivoca. Los inadvertidos cortes eléctricos en todo el país, incluyendo a Caracas, son un ejemplo diario. La sumisión ante los planes dictatoriales en una Venezuela descabezada es evidente.
Las reacciones nacionales e internacionales no se hacen esperar. Algunos corren a retratarse con los usurpadores para la ocasión y hasta se atreven a insultar a los venezolanos, para complacer a los irregulares que han tomado el poder y con ello respaldar “al proceso”.
En descargo de algunos honorables, la Embajada de Canadá en Caracas cierra el servicio de inmigración, y muda a México cualquier tramite referente a Venezuela. Esta es una de las pocas reacciones diplomáticas coherentes, luego de la ejemplar reacción del embajador Cochez.
Un informe de “Reportero sin Fronteras”, señala a Venezuela como el país más peligroso de Latinoamérica. Pero el mundo no peca de ignorancia sobre lo que ocurre, ante la inacción y mansedumbre de sus ciudadanos.
Vimos a Elías Jaua calificar de “apresuradas” las apreciaciones del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, quien criticó el sistema carcelario de Venezuela, motivado a los hechos que envuelven la altísima e incesante mortandad penitenciaria.
Estamos a la deriva, pero si nunca tuvimos un verdadero conductor nacional, es hora de recobrar el equilibrio y esto solo lo podemos resolver los venezolanos, es nuestro problema y nos corresponde remediarlo. Para algunos es más fácil jugar al loco, no hacer nada y plegarse a la seducción de “la paz planetaria” y jugar a la confusión nacional.
El tiempo pasa y nos toca seguir adelante, a despecho de quienes nos dividen. Mientras el país sucumbe en su violencia; gloria al bravo pueblo… yo vivo una patria nueva.
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