jueves, 18 de diciembre de 2008

EL PÉNDULO... ¡noc-noc!

El péndulo en su vaivén volverá para este lado, y rodarán las audacias y se hará cumplir la ley. Y el temor inevitable hará de ti su presa y al azote del desdén castigarte en la caída. Y tus uñas destrozadas quedarán en el descenso, en el intento frustrado de parar la decadencia. No toparas la cordura rozando con la condena, te encontraras con los dedos señalando la codicia de otros igual que tú, bocones igual que tú y seguramente tan olorosos a lo que hueles. Sí Hugo, nadie como tú para que las moscas se sientan en su elemento



Encontraras al futuro esperándote con su romana. Y tú, y los otros, rendirán sus alegatos, de pavadas socarronas, desnudas de coraje y bravucona insolencia. No serás entonces el fanfarrón que solías presentarnos, no mas el guapetón que inflexible amenazaba.
Porque hoy vienes de vuelta de la risa inagotable. De sentirte poderoso, sin acordarte de Dios y mandarlo todo al foso. Te encontraras con la pena, con la farsa y con lo huraño, por que luego y después de todo… forjaste tu propio engaño.



Podarán las crestas orgullosas coronadas de la nada. Perpetuar la agonía te ha convertido en héroe de piedra. Qué extraño es el encuentro con la historia. Tú, un trepador profesional del inconsciente, has podido pasar de “Tribilín a Presidente”.

Voy y vengo pues, repite el péndulo. Es la vuelta del destino, es una cita, un compromiso.
El Sol de América, el mas grande renacido convertido en un guiñapo, vaya-vaya, vaya guapo. Y allí va el péndulo, ya de vuelta, como un carrusel de fieles marionetas. Aplauden, aplauden y aplauden. Son como cabras de un corral, berreando su berreo y aplauden, aplauden y aplauden, aplauden como focas.

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