sábado, 12 de abril de 2008

¡Maleducado!



He aprendido del recuerdo y la observancia que tuve en mis años de formación. Era yo un niño a la sazón. Mi papá, nos había corregido a los dos menores ante la manía frecuente de señalar con el dedo, a la vez que describíamos situaciones inherentes a otras personas. Como todo niño, preguntábamos, requeríamos e indagábamos. De esa formaciòn y el empeño catequizante de "rectitud" comenzamos a ser verdaderamente crìticos y observadores del comportamiento socìal de nuestro entorno.




Ocurrió durante una mañana de un fin de semana en la salida ineludible en familia. Mis dos hermanas mayores estaban disfrutando de la visita a una tienda de discos y la algarabía en torno a su selección de la música de moda. Era lo usual con la complacencia de mis padres, que dedicaban su paciencia y amor a cada uno en el momento pertinente.




Lo que ocurrió seguidamente, provocó la necesidad de mi hermanita morocha y la mìa de advertir a mi padre lo que ocurría. Por mas que tirábamos de su brazo, patalòn y cinturón, no lográbamos su atención. Seguidamente acordamos maquinalmente como lograr ser escuchados, y ambos nos dedicamos a señalar con el dedo a una persona que trajeada elegantemente se paseaba por los estantes.




¡Niños què les he dicho! Dijo mi padre. Esto advirtió al hombre, quien moviendo la cabeza en señal de reproche y visiblemente molesto por la acciòn, lanzó en voz baja un ¡maleducado! Mi hermanita entonces saltò, como siempre, en mi auxilio y le espetò al hombre... ¡pero no ladròn!





El hombre, sorprendido al escuchar aquello, se sobresaltó al punto de abandonar la tienda. En su huida, dejó caer dos ejemplares de pequeños discos sencillos (45) que salieron de los envoltorios contenidos bajo su chaqueta.





Mi papá con orgullo, tomándonos en sus brazos, repitió “maleducado, tal vez, pero no ladròn”. Luego fuimos a comer helados en el “restauran de los chinos”.





Esta vivencia me ha dejado una moraleja que he aplicado cuando veo pasar a esos que se hacen de la cosa pública y luego presumen de desentendidos, algunos hasta sacan crucifijos y juran por “pilas de cruces”. En adelante voy a asumirlo como conducta, los señalaré con el dedo y enalteceré la experiencia de mi niñez.

La verdad, no conseguirá ser invisible por más tiempo y se descubre como una avalancha de pruebas delictivas del gobierno más corrupto de la historia venezolana. Caterva de piratas y depredadores de oficio.

Hoy un barco hace aguas y la falta de vergüenza los hace màs rojos-rojitos y màs pillos. Esta situación no aguanta màs evidencias, el descaro ha hecho implosión al disparate. Preparémonos, esto está por reventar. No podràn ocultarse ¡Señalémoslos!





Maleducado tal vez, pero no ladròn ni sinvergüenza... ¡como usted!

No hay comentarios: