lunes, 7 de enero de 2013

Venezuela al límite del delirio

"EL COROTO", un cadáver exquisito
Cualquier información emanada desde el despacho presidencial en Venezuela es recibida con desconfianza, dado lo impreciso que resulta descifrar su legitimidad. Mas aún cuando muchos sentimos que el país ha perdido su independencia y que tarde o temprano pagaremos por ello.

Al día de hoy, los venezolanos desconocemos la realidad que envuelve la supuesta enfermedad que padece Hugo Chávez; es decir no estamos al tanto de una prueba científica ni parte médico fehaciente del verdadero estado de salud del presidente. Hoy seguimos acéfalos y a la deriva, permitiremos una interpretación de la letra de la Constitución en continua violación de sus ordenanzas. El país demanda la aplicación de las normas constitucionales en protección de la Republica.

De Chávez podemos hablar anecdóticamente. Ser prepotente y pretenderse el sucesor de Bolívar es una de sus más disparatadas características. Aspirar erigirse como la reencarnación de El Libertador es una nimia ocurrencia risible, pero llegar a enlazar su teatral aflicción nacionalista, con el padecer del mismo Cristo Redentor es ciertamente penoso.

En algunos el mérito no está en su obra. Trasladar los delirios, cual si se tratase de un guión predestinado o repetir una epopeya y mostrarse al mundo como paladín, lo exponen como un espécimen de ambición y prepotencia. El 10-E expira el mandato de Hugo Chávez. No tuvo sentido la jornada electoral que concluyó el 7 de Octubre pero, Chávez se exhibió y expuso sin vergüenza, como un fenómeno degenerado y sin moral, aún conociendo de su deteriorado estado de salud continuó con su plan delirante de poder.

Insólitamente, sobrevienen entonces situaciones propias de una monarquía. En Miraflores la pelea por el poder es feroz entre los delfines de Chávez. Ellos son parte del politburó de La Habana y hacen su trabajo apátrida, abiertamente y sin óbice, a expensas de las directrices estratégicas de los Castro. Las hienas liberan sus instintos a placer.

Tras dos meses de no contar con una Jefatura de Estado, se avizora que la anomalía persista otros seis meses. Subyace imponer el socialismo castrocomunista del siglo XXI, a cualquier costo. Todo está fríamente calculado. El argumento de proteger la revolución bolivariana permitiría patrocinar el desmedido “subsidio” al imperio de los Castro. Esto no terminará bien si se empeñan en desconocer el mandato de la Constitución; deben ocurrir situaciones límite.

Lo cierto que es preciso presionar al desvencijado régimen para que, antes del 10 de Enero, designe una junta médica confiable y que esta informe al país, sin confidencias de inquisición. Pero, sin saber hasta cuando, el son viene de Cuba. El único perdedor, el pueblo venezolano.

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