En el periodo después de la segunda guerra mundial y el florecimiento de la industrialización y la tecnología, comenzaron los esfuerzos de la ciudadanía a producir bienes materiales como resultado de sus sacrificios. En un sistema capitalista, donde el dólar es rey, estos bienes se convirtieron en el mito de “trapos a riquezas”, personificados en los personajes de Horacio Alger, donde perseverancia, trabajo, disciplina, ahorro, etc., convertían a sujetos pobres en ricos. Por que las ideas de “el trabajo paga deudas” y que con independencia y oportunidad no solo se logran bienes materiales, sino paz espiritual y felicidad, se convirtieron en la necesidad de una gratificación instantánea? Por que la realización del sueño, paso de ser una consecuencia del trabajo y el ahorro a un derecho? Por que la responsabilidad sobre nuestra vida, buena o mala, paso de nosotros a los demás? Quizá en un capitalismo exagerado, una tecnología avanzada y una pérdida de las bases morales, religiosas y familiares se encuentren respuestas. Todos quieren ser millonarios, pero inmediatamente, sin sacrificio ni riesgos.
Abundan los tramposos y los ingenuos que los alimentan. Buscamos gobernantes que nos garanticen casa, comida, transporte, educación, salud, y retiros y tenemos políticos que nos complacen, sin importarles las consecuencias. Estamos en la disyuntiva entre un sistema capitalista donde abundan las ideas de fortunas inmediatas, y domina la delincuencia y un gobierno que estimula derechos que no existen y promete ayudas imposibles de cumplir.
Pronto el sueño americano se convertirá en una pesadilla. Tenemos que regresar a nuestros valores básicos e inculcar a nuestros hijos sentimientos de sacrificio, trabajo, religiosidad, ayuda al prójimo y sobretodo que una vida realmente feliz no se logra con materialismo instantáneo, sino con la tranquilidad de haber vivido independientemente, con esfuerzo personal, sin exigir ni desear, y con el convencimiento que lo material que se obtuvo, si fuera el caso, fue siempre secundario a haber vivido éticamente. Las tentaciones son muchas, y los peligros abundan, pero se juega nuestra sobrevivencia y todo depende de cada uno de nosotros.
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