domingo, 29 de marzo de 2009

SER PERIODISTA

El legado de Don Carlos M. Castañeda

“Hay un vínculo fundamental
entre la libertad de prensa
y la propia libertad del hombre.
Cuando se limita o se coarta la libertad de prensa
está también limitándose y coartándose
la libertad del hombre.
VVV
De ahí que no pueda existir una democracia
genuina sin una prensa libre e independiente”

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Carlos Castañeda es ya una leyenda del periodismo tanto en Cuba como en el exilio donde vivió hasta su muerte. Sus inicios fueron primero como reportero deportivo y luego siguió creciendo en el amplio y competitivo mercado de la prensa habanera. Salió al exilio en 1960 cuando el ejercicio del periodismo dejó de tener el sentido expreso de informar amplia y lo más objetivamente posible, para convertirse (por imposición oficial) en una vía de servir a la nueva dictadura.

Castañeda, de origen cubano, fue creador de publicaciones tan exitosas como “El Nuevo Día” de Puerto Rico, “El Nuevo Herald” de Miami, “La Prensa” de Panamá y el “Diario Uno” de Mendoza, entre muchos otros.

Parte del legado de este hombre ha quedado recogido en "Ser periodista". La vida y legado de Carlos M. Castañeda (Fundación Educativa Carlos M. Castañeda, Miami, 2006), un libro que acoge en sus páginas conferencias, editoriales, charlas, artículos y ponencias de Castañeda sobre distintos ángulos del periodismo.
JJJ
Son textos lúcidos, precisos, que denotan la inteligencia y la agudeza de un periodista que dedicó su vida, al siempre complicado y muchas veces ingrato oficio de informar y analizar con inmediatez el acontecer.

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La libertad de prensa
Carlos M. Castañeda

No puede hablarse aisladamente de libertad de prensa.

Hay un vínculo fundamental entre la libertad de prensa y la propia libertad del hombre. Cuando se limita o se coarta la libertad de prensa está también limitándose y coartándose la libertad del hombre. De ahí que no pueda existir una democracia genuina sin una prensa libre e independiente.

Al afirmar que no puede subsistir la democracia sin una prensa libre e independiente, hay que señalar que una democracia no puede principiar sin una participación activa de los ciudadanos en el proceso de la toma de decisiones, y para participar en ese proceso se hace necesario el libre flujo de ideas e informaciones, porque la verdad no es absoluta sino relativa, compleja y plural.

No quiere decirse que un periódico no pueda tener ideas propias o un punto de vista filosófico. “La objetividad periodística”, oí decir un día a Henry Luce, “es un mito” pues los periódicos están hechos por hombres con pasiones y opiniones. El pensamiento objeto, como señalaba el pensador danés Kierkgaard, significa pensar sin un pensador. Pero precisamente por tenerse ideas propias no hay que temer a las ideas ajenas, y de ahí la trascendencia que tiene el flujo de la información libre y el pluralismo de ideas de los periódicos con vistas al afianzamiento de la democracia.

La prensa nace en estado de esclavitud y súbitamente se torna en la vanguardia de la lucha del hombre por su libertad de pensar, de expresarse, de creer, de reunirse. El hombre necesita el oxígeno de la libertad para vivir con dignidad plena para no ser siervo de los absolutismos ayer y de los totalitarismos hoy, como lo vemos en estos momentos en el fascinante espectáculo de la liberación de Europa del Este.

Los primeros periódicos que se conocen en Europa como secuela de la revolución que plantea el tipo movible y la prensa de Gutenberg en 1448, son las gacetas venecianas. Pero esos periódicos y los que siguieron a partir del siglo XV estaban controlados por las clases regentes, como lo eran el Diario de Frankfurt y la Gazette de France, creada por el Cardenal Richelieu. El periódico moderno nace verdaderamente en Londres en el siglo XVII, con la prensa de vapor y por la inquietud de poetas y prosistas ingleses. Pero ya en 1644, con la aparición de la Areopagítica de John Milton y la publicación de panfletos suyos no autorizados es que se produce el enfrentamiento entre la libertad de prensa y el absolutismo del Estado. El razonamiento de Milton a favor de la libertad de prensa suscita la derogación de las licencias, que no eran más que limitaciones al pensamiento libre.

A partir de 1644 todos los ingleses con acceso a una prensa o a papel y pluma podían publicar un periódico y defender el nuevo concepto social de la libertad de prensa. El rey Carlos I de Inglaterra accede en sus últimos cuatro años a reconocer la libertad de prensa, hasta que Cromwell lo decapita en 1649.

La angustiosa búsqueda de la verdad del filósofo John Locke que creía que nadie podía escribir algo que fuese verdad y que todo lo contrario no fuese cierto, influyó profundamente en el pensamiento de los Padres Fundadores de la Nación Norteamericana cuando redactaron la Constitución de 1789 donde se consagraba la libertad de prensa, y para reafirmarlo en su Primera Enmienda se advertía que “no podría hacerse ley alguna que limitara la libertad de prensa o expresión”. Aquí nacía el concepto moderno de la libertad de prensa.

No pretendían que la prensa dijera la verdad o fuese objetiva. Sabían de los prejuicios y de las pasiones humanas. Pero lo que pretendían era crear un “mercado de ideas”, en el que nadie tuviera el derecho a determinar cuáles ideas eran ciertas y cuáles no lo eran. El ciudadano, en última instancia, libremente habría de seleccionar en el mercado de ideas cuáles consideraba mejores para gobernarse.
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Las trincheras de ideas” de que hablara mi José Martí siempre han inquietado a quienes aspiran a controlar la búsqueda de la verdad, el pensamiento del hombre y el progreso del conocimiento. Quizás por ser la libertad de prensa la piedra angular de la estructura social de las libertades del hombre, la libertad de prensa sea vista con recelo. El pensador Alexis de Tocqueville admitía que “amaba la libertad de prensa más por los males que evitaba que por el bien que traía”. El celo revolucionario de Lenín descartó la libertad de prensa como un “concepto burgués” y concibió la prensa como “instrumento de propaganda y agitación al servicio del partido”.
JJJ
Todavía su discípulo Mijaíl Gorbachov en su “glasnot” concibe la liberalización de la prensa siempre que sirva para denostar a los adversarios de sus reformas, pero ya hace días advirtió que tenía sus límites. Aun en nuestras sociedades se oyen críticas al “libertinaje de la prensa” y se habla con un eufemismo consciente o inconsciente de “una prensa responsable” y de “una prensa objetiva”, pero desde luego, que convenga al pensar y al sentir de unos, que esté de acuerdo a los prejuicios de otros.

Como ayer con la prensa de Gutenberg, la libertad salió de las sombras y con la libertad de prensa se consolidó la democracia – a decir de Churchill – “el menos imperfecto de los sistemas de gobierno”, la tecnología moderna está dando el golpe de gracia a los oscurantismos totalitarios de fin de siglo. La quiebra de la economía planificada y el estatismo socializante que prohijan la ineficiencia y la ineptitud para beneficio de los menos; la interdependencia económica que exige de las naciones competir en el mercado libre, y el desarrollo de la informática con el milagro de la microficha abren una alentadora perspectiva para la libertad cara al siglo XXI. El ordenador personal hoy, como la prensa de Gutenberg en su día, produce la revolución de la información y da el tiro de gracia a las limitaciones autoritarias de las ideas.

Vivimos en el ocaso de la mordaza y los totalitarismos.

La tecnología, que como moderna palanca mueve al mundo, consolida la libertad de las ideas y de su foro por antonomasia la prensa libre, la gran forja de la sociedad democrática.
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Manuscrito hallado entre sus papeles, escrito de puño y letra, posiblemente para una charla ante estudiantes de alguna universidad.
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Este documento ha sido cedído por Doña Lillian García-González de Castañeda para su publicación en este Blog.
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Carlos M. Castañeda
In Memorian
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